Vivimos en un país donde imperan la discriminación social y la ambición por el poder, sin medir los actos ni el daño que con éstas se pueden causar a las personas de bajos estratos.
No todos miran con los ojos del alma a aquellos que necesitan una mano, una ayuda para cubrir el frío que invade su interior. En cambio, les miran de forma acusadora y se dirigen a ellos con palabras hirientes y risas burlonas; emplean gestos que hablan por sí solos, gestos que parecieran decir: "por qué existes, qué haces en este mundo?".
Todo porque otros gozan sus riquezas y un su mundo de fantasía no se detienen a observar, a profundizar en las necesidades de un pueblo necesitado, un pueblo enfermo de tristeza, de hambre; porque en su mundo de Mercedes, Ferrari, resorts y viajes no se detienen a observar la arrabalización y el hacinamieno en que viven muchos por la inconciencia de pocos. Sin embargo, existen los que prometen; los que convencen con palabras falsas; aquéllos que utilizan a las personas cada cuatro años, cuando necesitan sus votos; esos que han logrado dejar en el pasado el verdadero significado de la política; esos que han conseguido sembrar la desconfianza y la decepción en los rostros que ya han sido golpeados por su dura realidad. En nuestro país, esos también existen.
New York City | 24K Magic
Hace 7 años
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